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Ayrton Arista

los lemmings de Pehuajó

Y sin embargo, durante mucho tiempo se utilizó a los lemmings como ejemplo de población sostenible que evitaba consumir demasiados recursos naturales y daba oportunidades a sus jóvenes. De hecho, los datos cuadraban bastante bien con la teoría ecológica. Los lemmings, como el resto de roedores, tienen muchas crías, pero estas son de pequeño tamaño y reciben muy poco cuidado por parte de sus padres. Como resultado, cuando las condiciones son malas, son muy pocas las crías que sobreviven. A esta dinámica se la conoce como "estrategia de la r", y suelen adoptarla las especies que viven en ambientes cambiantes.

¿Y cuando las condiciones son buenas? En ese caso, sobreviven muchas crías y el tamaño de las poblaciones se dispara. Comienzan a consumir los recursos naturales por encima de la capacidad del ecosistema para generarlos y, como cada vez quedan menos recursos, aumenta de nuevo la mortalidad y empieza otra vez el ciclo.

Esto ocurre con muchas especies, pero parecía que los lemmings habían encontrado una solución. No era una solución bonita, pero sí muy altruista e interesante. Se suponía que la mayoría de los adultos de la población marchaban hacia los acantilados para suicidarse en masa, dejando así terreno para la siguiente generación, en un ejemplo de sacrificio que llevan escrito en sus genes.

Pero la realidad es mucho más sencilla. Cuando los lemmings detectan que empiezan a quedarse sin comida y que hay muchos individuos, migran buscando nuevos hábitats en los que asentarse. Durante la migración, muchos de ellos mueren al intentar cruzar ríos o bajar por acantilados. Pero no lo hacen de manera voluntaria, simplemente miden mal sus fuerzas.

La razón principal por la que la versión del suicidio de los lemmings es tan famosa es gracias al documental "El infierno blanco" (White Wilderness), producido por Disney y que llegó a ganar el Oscar al mejor documental. En él se podía ver una gran migración de estos animales, y como muchos de ellos acababan ahogándose en el Ártico.

El problema es que todo el documental es falso. El documental se rodó en la región de Alberta, en Canadá, en una zona que no tiene poblaciones naturales de lemmings ni costa. Los animales se cazaron en otras regiones y fueron transportados hasta allí. Tenían pocos ejemplares, así que utilizaron varios ángulos de cámara y otras técnicas para que pareciesen más, y se les forzó a correr para simular la migración. El acantilado desde el que los animales se despeñan da en realidad a un río, no al Océano Ártico. De hecho, ni siquiera se despeñan, sino que fueron lanzados hacia él desde una plataforma inclinada.

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